Un par de zapatos sucios, media taza de cafe helado,
el diario matutino, la rutina cotidiana, olores... humos, gente.
Desesperado por el trafico, corriendo, amenazando
con dar un zarpazo de frias y calidas miradas.
No pretende asustar, tan solo despejar su camino.
Asi, el humor se convierte en el feroz enemigo de su ser...
que pretende animarlo a rugir en medio de su selva.
No lo ve. No lo siente. Solo es. Solo ocurre, por innata naturaleza.
Se libera de las garras de la comunidad y se emerge en el individualismo
solo por luchar, solo por salir vivo, por resistir o sobrevivir.
Y aunque intentes acapararlo, solo unos segundos lograras disfrutarlo,
hasta que la aburrida y agotadora rutina vuelva a su sangre.